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OPINIÓN: Levanté la voz después de que Rubén Kihuen me acosó: Esto fue lo que me costó

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Por Samantha Register

Para entonces quizás había estado sentada frente a la mesa de madera de la sala de conferencias por hora y media, respondiendo con absoluto detalle las preguntas de tres abogados del Comité de Ética de la Legislatura acerca de mi experiencia de trabajo en la campaña de Rubén Kihuen para el Congreso en 2016. De reojo vi que un registrador escribía todo lo que se decía.

Por “absoluto detalle”, me refiero a preguntas que esperaba, como lo que me dijo el Congresista Kihuen y cuándo me lo dijo; y preguntas que no esperaba, por ejemplo, cómo era nuestra oficina y cuántos salones tenía. En silencio yo me preguntaba por qué al comité le importaba cómo era la oficina de campaña.

Fue entonces cuando alguien distribuyó copias impresas y engrapadas de una serie de mensajes instantáneos que en 2016 yo le había enviado por Internet a mi novio, quien ahora es mi esposo, entre todos los abogados y miembros del Congreso que estaban en esa sala. Yo les había proporcionado a los abogados de la comisión estos mensajes meses atrás, después de que pidieron obtener cualquier tipo de comunicación grabada con alguna persona detallando mi experiencia de haber sido acosada sexualmente por el Congresista Kihuen.

Los documentos engrapados también incluían algunos mensajes que yo había enviado a mis amistades, además de decenas de mensajes para mi esposo. Tal vez debí imaginar que esto iba a pasar, pero nadie se siente orgullosa cuando los mensajes privados enviados a su cónyuge se reparten entre abogados y miembros del Congreso y se leen en voz alta.

Mortificada, seguí con la entrevista, esperando que mi vergüenza no fuera visible para las otras personas que estaban en esa sala donde prevalecía un ambiente muy formal y estéril.

En noviembre de 2017, hablé un par de veces con Kate Nocera, de Buzzfeed News, acerca de mi experiencia trabajando en la campaña de Kihuen. Para mi sorpresa, los líderes Demócratas respondieron rápidamente. Tanto la Líder Pelosi como el Presidente Luján le pidieron al Congresista Kihuen que renunciara a las pocas horas de que Buzzfeed publicara el artículo.

Sin embargo, el Congresista Kihuen no renunció, y es así como yo, junto con otros testigos, nos vimos inmiscuidos en una investigación del Comité de Ética de la Cámara de Representantes que duró meses. No puedo hablar por los otros testigos, pero mis interacciones con el comité resultaron agotadoras y emocionalmente me consumieron.

No tenía idea de qué esperar cuando se anunció una investigación del comité poco después de que Buzzfeed y The Nevada Independent publicaron testimonios de múltiples acusaciones contra Kihuen, aunque un par de amigos cercanos y miembros de la familia, así como alguien que trabaja en el Capitolio y con quien hablé brevemente, sugirieron que de inmediato encontrara un abogado.

¿Encontrar un abogado? Soy estudiante de licenciatura que trabaja medio tiempo. Mi esposo está enlistado en la Fuerza Aérea, y por lo tanto no gana poco más de lo que yo gano. ¿Y ahora debíamos pagar un abogado? Lo que dijo la Dra. Christine Ford meses más tarde en una de las audiencias de confirmación de Brett Kavanaugh fue lo que en verdad me sucedió a mí: Yo realmente no me di cuenta que iba a necesitar un abogado hasta que otras personas me lo dijeron.

Pronto descubrí que muy pocas personas tienen idea de cómo funciona el Comité de Ética de la Cámara. No pude encontrar información en el Internet ni por parte de los pocos abogados que conozco personalmente. Además, los abogados de la Comisión de Ética de la Cámara habían solicitado que yo no discutiera la investigación con nadie (excepto con mi abogado que en ese entonces era inexistente) lo que dificultó más poder preguntar por ahí a ver si algún conocido sabía algo acerca del proceso.

Estoy asumiendo que el hecho de que yo no vivo cerca de D.C. hizo aún más difícil encontrar a alguien que me informara lo que debía esperar. La única información que tenía en ese momento acerca de cómo el Congreso maneja casos de acoso sexual eran los vídeos que había visto de Miembros del Congreso cuestionando a Anita Hill en 1991, lo cual no me tranquilizó.

Mi esposo trató de ponerse en contacto con los servicios legales militares para obtener asesoría, pero solo lo referían a personas que parecían estar igual de confundidas. No creo que “a mi esposo le hayan pedido ser testigo en una investigación del Comité de Ética del Congreso, entonces ¿qué debíamos hacer?” es una pregunta muy común para los servicios jurídicos militares. También intenté ponerme en contacto con Time’s Up, pero nada más me enviaron un correo electrónico con una larga lista de recursos legales. A esas alturas mi marido y yo estábamos cansados ​​de que nos canalizaran con diferentes personas y organizaciones.

Los servicios legales militares eventualmente nos conectaron con un abogado cerca de D.C., que me hizo sentir cómoda, parecía estar más familiarizado con el Comité de Ética que cualquier persona con la que había hablado, y nos ofrecieron un descuento como familia militar. Sinceramente, yo no creo que podría haber conseguido un mejor trato en otro lugar — y terminamos con una factura de casi $5,000 dólares al final de la investigación.

La carga financiera no fue la única fuente de estrés relacionada con la investigación. Los abogados del comité habían indicado que yo estaría obligada a viajar a D.C. para que me interrogaran, pero no confirmaron la fecha hasta 15 días antes de mi entrevista.

El personal del comité indicó que pagarían mi traslado, pero que si mi marido me acompañaba a D.C., nosotros tendríamos que cubrir sus gastos. Mi esposo y yo habíamos planeado que él iría conmigo a D.C. Yo no quería estar sola en un viaje que me obligaba a explicarle a un grupo de extraños mi experiencia de haber sido acosada sexualmente por alguien que ahora es miembro del Congreso.

Sin embargo, debido a que el comité no fijó mi fecha de reunión sino hasta 15 días antes de mi entrevista, y no me dio mi información de vuelo hasta una semana antes, mi marido no tuvo suficiente tiempo para solicitar un permiso en el trabajo y reservar sus propios vuelos. Yo tendría que enfrentar todo el proceso sola.

Después de que el Comité de Ética de la Cámara de Representantes declaró que el Congresista Kihuen había hecho “insinuaciones persistentes y no deseadas hacia mujeres a quienes se les requirió trabajar con él”, él dijo en un comunicado que lamentaba haber hecho que alguien se sintiera “incómodo o que se le faltó al respeto”. ¿Acaso el congresista también lamenta que, en lugar de haber renunciado como se lo pidieron la Líder Pelosi y el Presidente Luján, optó por involucrar al personal del Comité de Ética y a varios testigos a través de una investigación que duró meses?

Estoy segura que no soy la única testigo a quien dejaron sola al tratar de encontrar asesoría legal. ¿El Congresista también lamenta por la cantidad de dinero que los testigos gastaron en conseguir asesoría legal por una investigación que no pidieron? ¿Se siente mal por las experiencias invasivas que los testigos tuvieron que pasar frente a un grupo de extraños mientras hacían un recuento de detalles del acoso sexual, y se sentó mientras se examinaban todas las pruebas que se habían corroborado, incluyendo mensajes muy personales?

Vi como parte del informe del Comité de Ética, que el Congresista Kihuen le había mandado un texto a un conocido diciendo que temía que “no puedo pagar mis gastos si renuncio y será difícil encontrar un trabajo de inmediato”. La ironía era irritante.

El temor que sentí cuando todavía era empleada de la campaña de Kihuen — no sentirme respetada o a salvo del acoso en mi posición actual, y sin saber cuál sería mi fuente de ingresos si dejaba la campaña inmediatamente — estuvo muy presente en mi mente cuando vi el informe. Mientras seguía trabajando en la campaña, pasé semanas tratando de forma discreta de encontrar una nueva posición y al mismo tiempo evitar a Kihuen en la oficina lo más que pudiera, a sabiendas de que tal vez no podría decirle a un nuevo empleador que dejaría el empleo porque el candidato para el que trabajé me acosaba sexualmente.

Con el tiempo encontré un nuevo puesto en una campaña cerca de la casa de mis padres lo cual facilitó que me mudara ahí, pero todavía tenía que aceptar una reducción salarial para asumir este nuevo cargo, y pagar una cuota para cancelar el contrato de renta de mi departamento en Las Vegas y cubrir yo misma el costo de reubicación a un nuevo estado.

¿Habrá considerado alguien la carga financiera, y el impacto para mi carrera, que esta experiencia me dejó?

Después de 2016 dejé de trabajar en campañas porque, como muchas personas probablemente se han dado cuenta, en esencia no hay ninguna protección para el personal de una campaña política contra el acoso sexual u otro comportamiento abusivo. No sé si al tratar de seguir trabajando en política me habrían puesto en la lista negra como a otras mujeres que han denunciado el acoso sexual. Sin embargo, puedo confirmar que la búsqueda de un trabajo en un nuevo campo profesional en el que no tienes ningún contacto es increíblemente difícil.

En las entrevistas, los empleadores potenciales parecían desconcertados por mi trayectoria profesional. A menudo me decían que estaban buscando a alguien con experiencia laboral más similar a lo que hacía su empresa. Tardé meses en encontrar un nuevo puesto. Y años después sigo sin encontrar un empleo que me ofrezca un sueldo tan bueno como el que ganaba cuando trabajé en las campañas.

Y después, esto: El Comité de Ética de la Cámara no me advirtió de antemano que estaban compartiendo las conclusiones de su investigación con el Congresista Kihuen. Me enteré que se había publicado un reporte cuando empecé a recibir mensajes de la prensa mientras me preparaba para las vacaciones de Acción de Gracias. Al principio, me sentí aliviada. Horas después, cuando leí el informe completo sentí mucho enojo.

Según el ex jefe de campaña de Kihuen, además de, al parecer, criticar mi aspecto físico, Kihuen había amenazado con “destruirme” cuando supo en 2016 que me había quejado por su comportamiento con un miembro del personal del Comité de la Campaña Demócrata del Congreso. ¿El legislador también se arrepiente de haberme amenazado porque me quejé en privado sobre su comportamiento, o es que solo lamenta haberme hecho sentir que me “faltó al respeto y que me incomodó?”

Según el informe del Comité de Ética este mismo miembro del personal del DCCC ignoró varias solicitudes para ayudar con la investigación. Hasta hoy, nadie del DCCC me ha llamado ya sea para disculparse o para pedirme que explique lo que me pasó durante la campaña.

No me puedo dejar de preguntar qué sucedió después de que el jefe de campaña enfrentó a Kihuen por mi queja a través de un miembro del personal del DCCC. ¿El DCCC pidió dar seguimiento a la conversación? ¿El DCCC sabía que Kihuen había amenazado con “destruirme”, pero de todas maneras decidió apoyar su campaña rumbo al Congreso? ¿Acaso pensaron que otros miembros del personal en la campaña podrían estar en riesgo? ¿Decidieron internamente que ganar las elecciones es más importante que la seguridad en el trabajo?

Al menos parece que el Congreso trata de abordar el tema del acoso sexual en sus cámaras con la Ley de Responsabilidad del Congreso aprobada recientemente. Sin embargo, esta iniciativa de ley (en particular) no proporciona asesoramiento legal para las víctimas, algo que, como puedo dar fe personalmente, es una carga pesada para las víctimas. La iniciativa de ley tampoco se ocupa de la mala conducta que se presenta durante el transcurso de una campaña política.

Trabajé en ocho campañas diferentes antes de decidirme a renunciar, y ninguna tenía ya sea un departamento de recursos humanos, u otro sistema para denunciar. Los miembros del personal de campaña a quienes se les trata mal aparentemente no tienen más opción que arriesgar su carrera y la estabilidad financiera al renunciar, o seguir en una campaña y sufrir abuso.

Conozco a muchas personas que trabajaron en una o dos campañas políticas antes de renunciar por completo, no específicamente debido a acoso sexual, sino a causa de otros factores que crearon condiciones laborales inseguras, como trabajar 90 horas a la semana y la intimidación de miembros del personal o de los propios candidatos. Las campañas políticas seguirán alejando o perdiendo miembros de su personal si se siguen ignorando factores que crean un ambiente de trabajo inseguro.

Según los resultados que publicaron, el Comité de Ética de la Cámara aparentemente tiene jurisdicción sobre “mala conducta relacionada con una campaña exitosa para la elección a la Cámara de Representantes”. ¿El Congreso no puede hacer algo para abordar la seguridad en el lugar de trabajo en las campañas y dentro de sus cámaras?

Tal vez la Legislatura que acaba de entrar en funciones con una cifra histórica de mujeres en sus filas, estará dispuesta a abordar el acoso sexual y otros abusos en las campañas como una prioridad. Teniendo en cuenta el número de casos de acoso que ocurren tanto en el Congreso de los Estados Unidos como en numerosas asambleas legislativas estatales, me preocupa profundamente una aparente falta de voluntad para abordar estas cuestiones en las campañas.

El anterior es un texto de opinión que ha sido editado para extensión y claridad a partir de una versión en inglés. The Nevada Independent no endorsa contenidos de opinión, pero invita a sus lectores a enviar textos con sus puntos de vista para consideración de los editores. Mande su texto con atención a Luz Gray, editora asociada: [email protected]

 

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