Ser DREAMer en tiempos de Trump
Sueñan con quedarse en Estados Unidos. Jóvenes que llegaron aquí indocumentados, cuando eran niños, sin culpa propia. Crecieron sin saber de muros ni fronteras. The Nevada Independent En Español publicará entrevistas con tres jóvenes soñadoras de Las Vegas, quienes comparten una retrospectiva de sus vidas antes y después de las recientes medidas de inmigración impuestas por el gobierno federal.
Esta es la primera entrevista de la serie.
Dulce Valencia, Directora de Organización para el compromiso Cívico con The Progressive Leadership Alliance of Nevada (PLAN)
No deja de sonreír. Eso es lo primero que llama la atención cuando se platica con Dulce Valencia. A sus 21 años, no le tiene miedo al mundo. Atrás quedaron los temores de permanecer en las sombras del silencio. Pero llegar hasta ese momento, mostrar su cara y dejar que el público sepa su nombre, no siempre fue fácil.
Valencia llegó a Los Estados Unidos junto con su mamá un día de Navidad. “Acababa de cumplir 11 años,” recuerda. Atrás quedaban Antón Simón, el pueblo de sus padres, y las playas de Ixtapa Zihuatanejo, en el estado de Guerrero, México, donde ella nació. Venían indocumentadas.
Una llamada de su padre le cambió la vida. Él ya se encontraba en el país, pero por aquel diciembre le habló a Dulce para decirle que se vinieran a reunir con él. “Mi mamá me dijo que estaba loca, que cómo nos íbamos a venir,” refiriéndose a que en su ciudad natal son los hombres y no las mujeres quienes por costumbre emigran más hacia Los Estados Unidos.
A su corta edad, aunque no entendía qué significaba no tener “papeles,” Valencia sí comprendía que ese día de diciembre, en ese auto que ya iniciaba el camino de la despedida, una etapa de su vida se estaba quedando atrás.
“Cuando uno va manejando al rancho, la casa de nosotros es la primera que miras. Me acuerdo que observaba por la ventana hasta que ya no la pude ver. Y eso se sintió… bien difícil, porque era mi hogar,” recordó.
Valencia comentó que sus primeros años en Los Estados Unidos fueron felices; le parecía que le esperaba un futuro brillante. Fue hasta que ganó una beca en JD Smith Middle School como la mejor estudiante del año, cuando empezó a entender su situación migratoria. Necesitaba un número de seguro social para obtener el incentivo.
“¿Cómo que no tienes Seguro Social? Eso es imposible. Todos los tienen,” recuerda que le dijo la directora de la escuela a la que asistía. En casa, cuando les preguntó a sus padres, la respuesta fue: “Ay hija ¿Cómo crees?”
Días después, en lugar de beca, lo que obtuvo fue una tarjeta de regalo. “Me di cuenta de lo que significaba ser indocumentada.” Señaló.
Soledad. No poder ir a la universidad, no obtener una licencia de manejo, no poder trabajar como planeaban sus compañeros de escuela. Valencia empezó a notar las condiciones de su vida, que no emparejaban con sus sueños. “Por qué nos venimos a Los Estados Unidos?” Se empezó a preguntar.
Por ese entonces, recuerda, vio por televisión que personas indocumentadas realizaban protestas y también a otros jovencitos que habían llegado al país en condiciones muy similares a las de ella. “Esa soy yo. Soy una DREAmer ¿Cómo ellos andan allá y yo estoy aquí, escondida?” Pensó. Fue un momento decisivo en su vida.
Valencia recordó también que cuando se anunció el programa de Acción Diferida para los Llegados en la Infancia (DACA, por sus siglas en inglés) en el 2012, regresó su esperanza de regularizar su situación migratoria, pero, aunque sus padres trataron, no reunió los requisitos.
Meses después escuchó acerca de the Progressive Leadership Alliance of Nevada (PLAN) un grupo activista fundado en 1994, donde ingresó para hacer una pasantía, aunque sin mencionar su estatus migratorio, pues tenía miedo. Fue cuando le pidieron que hiciera una entrevista con Telemundo para hablar de su apoyo a la reforma migratoria, que por primera vez reveló públicamente su estatus como indocumentada. Sus compañeros nunca la cuestionaron.
Un futuro color rojo
En medio del ambiente de transiciones políticas, llegó la noche de elecciones generales, donde Donald Trump fue elegido como Presidente del país. Ese día Valencia se encontraba con sus compañeros de PLAN tras una larga jornada de trabajo comunitario. Le empezaba a incomodar lo que veía en televisión.
“Es algo que no platico mucho porque hasta este día no he podido decir la palabra presidente y el nombre de Trump en la misma oración. Veía que estaba todo rojo y me decían que así se veían los resultados en los primeros estados. Miré que no se mejoraba. Ya la gente estaba callada. Me fui a mi carro, estaba llorando,” Dijo.
Aunque explicó que su estatus migratorio ahora está regularizado gracias a una Visa U que se le otorgó a través de su mamá, quien fue víctima de un crimen, Valencia reconoce que no está del todo tranquila ante las recientes órdenes ejecutivas de inmigración firmadas por el Presidente Trump.
“Técnicamente estamos a salvo,” dijo, “pero todavía me espanto cuando voy manejando y veo a la policía, aunque estoy siguiendo las reglas, porque pienso “¿Qué tal si algún día hacen que cualquier cosita sea un crimen y me quitan me visa?”
La joven comentó que cuando dio a conocer públicamente su estatus como indocumentada, recibió críticas e insultos en las redes sociales, pero ya no lee los comentarios.
“Siempre hay gente muy negativa que dice que somos criminales, que no merecemos estar aquí,” dijo Valencia.” Pero di mi cara porque por mucho tiempo tuve miedo y sé lo que se siente no poder hablar, que hay mucha gente que se siente así y no tiene ninguna forma de alivio migratorio, así que tengo un compromiso. Yo, que no tengo mucho que perder como ellos.”
Pero Valencia no ha dejado de soñar. Agregó que siempre ha querido ser actriz, y que, en un mundo perfecto, pudiera haber empezado a estudiar actuación en la universidad desde mucho antes, pero por su anterior estatus migratorio no lo pudo hacer.
“Ahora que estoy en esta lucha no me siento bien dejarla y yo ir allá a estudiar para actriz,” dijo.
“Pero ese es mi sueño ya que pasemos una reforma migratoria, ya que mi familia y mi comunidad estén a salvo… escribir obras de teatro, específicamente historias de inmigrantes.”