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Iniciativa de ley compensaría a quienes hayan estado en prisión por condenas equivocadas

Michelle Rindels
Michelle Rindels
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Esta nota fue traducida al español y editada para mayor claridad a partir de una versión en inglés que aparece en The Nevada Independent.

DeMarlo Berry tenía 18 años e iba entrando a un Carl’s Jr. en Las Vegas, justo cuando estaba ocurriendo un robo en el que murió Charles Burke, gerente de ese restaurante.

Haber estado en el lugar y el momento equivocado ese día en 1994 — además del falso testimonio de un informante en la cárcel quien dijo que Berry confesó el crimen — resultó en una sentencia a la pena de muerte y más de 22 años de prisión para Berry. Fue hasta 2017 cuando, después de haber sido exonerado cuando el autor material confesó el crimen, que Berry fue dejado sin miramientos en pleno centro de Las Vegas casi sin bienes a su nombre; así volvió a ser un hombre libre.

“Todo el mundo conoce la Biblia ¿verdad? Lázaro. Se sintió como resucitar de entre los muertos”, testificó Berry, vestido con una camisa tipo polo de intenso tono rojo, blanco y azul, bordada con la palabra “USA” [Estados Unidos]. “La mitad de mi vida fue como si estuviera en un ataúd, pero estaba vivo. Sólo se espera morir... para mí así es como se sintió — renacer”.

El caso de Berry acaparó la atención este jueves durante una audiencia por la iniciativa AB267, que permitiría a las personas que fueron condenadas equivocadamente cobrar pagos del Estado para compensar el tiempo que perdieron.

La escala salarial se determinó a partir de $50,000 dólares por año en prisión, pero las personas como Berry, que pasaron más de 21 años en la cárcel, podrían recibir $100,000 por cada año que perdieron tras las rejas, además de servicios no monetarios, tales como colegiaturas, programas de post-encarcelamiento y consejería.

La iniciativa de ley requiere que una corte selle todos los registros relacionados con el cargo original y la sentencia correspondiente y establezca límites en cuanto a la cantidad que el individuo puede cobrar al estado si presentan una demanda civil relacionada con una condena injusta.

Sólo 17 estados no tienen algún tipo de sistema para compensar a las personas por el tiempo que pasaron tras las rejas equivocadamente. La entidad que se considera un modelo para dicha ley es el conservador estado de Texas, que paga a quienes fueron encarcelados injustamente una suma global de $80,000 por año en prisión y un anualidad mensual durante el resto de sus vidas.

Una base de datos de exoneraciones muestra que de 1996 a la fecha en Nevada hay 13 personas que han sido exoneradas por delitos que no cometieron y por los cuales recibieron condenas que van desde cuatro años de cárcel hasta la pena de muerte.

El testimonio de Berry provocó lágrimas y disculpas sinceras a nombre del estado de parte de legisladores de ambos partidos.

“Esto me rompe el corazón al ver que estas fallas existen, y sólo tenemos que hacernos responsables”, dijo la Asambleísta Republicana Alexis Hansen, quien afirmó ser hija de un fiscal. “Tenemos que hacernos responsables de esto y mejorarlo, y veo esto como una manera de lograrlo”.

Los legisladores también agradecieron a Odilia, la esposa de Berry, quien estuvo a su lado durante todo el proceso y se casó con él en una sala de visitas en la cárcel en 2010. Ella rezó durante años para que el verdadero asesino no muriera sin confesar, y acompañó a su marido en la audiencia.

La única oposición provino de los fiscales de distrito, quienes dijeron que querían un estándar más alto de evidencia para poder demostrar que una persona no cometió el delito. La subprocuradora de distrito del Condado Washoe, Jennifer Noble, prolongó su testimonio diciendo que ella también se conmovió con la historia de Berry y que su propia pesadilla a nivel profesional sería condenar a alguien injustamente.

Noble agregó que en el caso de Berry el problema fue un falso testimonio, en vez de la mala actuación del fiscal.

Para pagar sus gastos, Berry trabaja como chofer de camiones, pero dijo a los legisladores que su sueño es finalmente tener su propia peluquería. Por ahora, no tiene recursos para pagar la escuela.

Su transición a la vida normal ha sido difícil. Berry comentó que cuando lo detiene la policía, prende todas las luces con mucho cuidado y saca las manos por la ventana para demostrar que no tiene nada que ocultar, y muestra papeles que documentan su libertad. La policía a menudo se sorprende al ver lo que está en su historial.

Hay un estigma cuando la gente verifica sus antecedentes antes de darle un empleo, además de que Berry dijo que es difícil relacionarse de nuevo con miembros de la familia y abrirse emocionalmente después de tantos años de haber estado alejado.

“Tienes que aprender a quitar el hielo que hay alrededor de tu corazón porque en la cárcel no puedes tener emociones”, dijo. “Tus sentimientos se vuelven imperceptibles”.

Pero no expresó amargura acerca de su dura experiencia. Cuando se le preguntó qué quiere aportar a la sociedad, respondió que buscará que la gente reconozca la humanidad de los demás, incluyendo quienes están en la cárcel.

“Me gustaría que todo mundo se diera cuenta de que todos somos humanos”, dijo. “Todos cometen errores, pero al mismo tiempo, no hay que quitarles eso [humanidad]”.

 

 

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