Por qué maestros están renunciando en el Condado Clark
Esta nota fue traducida al español y editada para brevedad a partir de una versión en inglés.
En octubre, Clarence Moody empacó en su camioneta los adornos de su salón de clases, pero planea conservar algunos de los que hicieron sus estudiantes.
Moody, de 55 años, y quien dejó la docencia para regresar a trabajar al mundo corporativo, no se decide a separarse de esos artículos.
Al igual que Moody, decenas de maestros del Condado Clark renunciaron o se jubilaron en meses recientes; lo que empeoró la escasez de profesores durante un período ya de por sí difícil en la educación. A fines de febrero, el Distrito Escolar del Condado Clark tenía 1,270 vacantes para maestros con licencia; un aumento de 871 desde principios de enero.
Esa es una cifra desalentadora incluso para un distrito que constantemente enfrenta escasez de maestros. Antes del COVID-19, el distrito escolar reportó unas 530 vacantes.
El ex profesor describió que “se le rompió el corazón” cuando tomó la decisión de renunciar. Sus alumnos lloraron. Él lloró.
Moody, padre de cuatro hijos adultos y abuelo de cinco nietos, abandonó su carrera en recursos humanos para perseguir su sueño de convertirse en maestro. Se integró al programa Alternate Route to Licensure (ARL) — que acelera el proceso de certificación para aspirantes a maestros que ya tienen una licenciatura — y el distrito escolar lo contrató en octubre de 2015.
Moody comentó que le tenía mucho cariño a sus alumnos, pero en su séptimo año como maestro, se sintió más abrumado; los materiales del plan de estudios cambiaban constantemente.
Y luego llegó la pandemia. Moody comentó que pensaba que al distrito le faltaba un plan para abordar los déficits académicos después de tanto tiempo de clases a distancia, y que sintió la presión de seguir avanzando en lugar de repasar las habilidades que perdieron los estudiantes.
“Estaba desencantado con todo el proceso”, dijo.
El agotamiento, falta de apoyo, y una sensación entre los maestros de que los líderes del distrito no escuchan sus voces; parecen ser las razones principales que alejan a los maestros de los salones de clases.
El Superintendente Estatal Jhone Ebert señaló que, si más maestros abandonan el Distrito Escolar del Condado Clark, se podría causar un efecto dominó en Nevada resultando en una intensa competencia para llenar las vacantes.
El Superintendente del Condado Clark, Jesus Jara, no niega que hay un problema de retención.
“Estoy extremadamente preocupado. He estado preocupado desde que llegué aquí”, dijo.
A principios de enero, Jara anunció bonos de retención por COVID de $1,000 dólares para todos los empleados de tiempo completo del distrito. Si siguen bajo contrato para el 25 de mayo, serán elegibles para un bono adicional de $1,000.
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Chris Daly, director de relaciones gubernamentales del sindicato Asociación de Educación del Estado de Nevada, dijo que parece que está surgiendo una “gran crisis” en el sur del estado.
El sindicato estatal lanzó recientemente la campaña "Tiempo para 2020", que pide un aumento del 20 por ciento al salario de los maestros y un tamaño promedio de grupos de 20 estudiantes en materias académicas básicas.
La inflación y el aumento de precios en la vivienda podrían llevar a los maestros a buscar otro empleo o que prevengan a futuros educadores de ejercer la profesión. El salario inicial para los maestros de nivel inicial en el Distrito Escolar del Condado Clark es de $43,011, sin incluir beneficios.
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En noviembre, Jim Castellani salió por última vez de su salón de clases en la preparatoria.
“Necesitaba ayuda y no la estaba recibiendo”, comentó.
Se convirtió en maestro de matemáticas a través de un programa abreviado. La desventaja es que pone en las aulas a nuevos maestros con poca experiencia en el manejo del comportamiento de los estudiantes.
Castellani renunció y se fue a trabajar de medio tiempo ganando $14 por hora en el almacén de artículos deportivos Bass Pro Shops, donde había menos estrés en comparación con su labor como maestro.
“Ahorita solo quiero reflexionar un poco”, comentó. "¿Qué hice mal?, ¿Qué podría haber hecho mejor?”
Kaitlyn Cline, de 27 años, también dejó el distrito escolar cuando notó que el estrés laboral estaba afectando su salud. Pasó seis años dando clases, principalmente a nivel jardín de niños.
Cline eligió ser maestra sintiéndose “lista para cambiar el mundo”. Registró días de 10 o 12 horas tratando de ser la mejor profesora, pero no pudo mantener ese ritmo.
Cline dijo que, además de dar clases, su lista de pendientes parecía interminable: Planificar lecciones, registrar y analizar datos académicos, hacer copias, recopilar materiales, comunicarse con los padres, o mantener organizado su salón de clases.
A fines de enero renunció al distrito para irse a trabajar como asistente ejecutiva en una firma de auditoría e impuestos.
"Trabajo desde casa. Fueron mejores beneficios, más sueldo”, dijo. “Sentí que me quitaron un peso de encima desde que comencé este trabajo fuera de la educación y todo el estrés que conlleva”.
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Moody, el maestro de cuarto grado que renunció en octubre, tiene una nueva pregunta: ¿Debería volver a enseñar, y podría hacerlo en Las Vegas?
Él no se arrepiente de su decisión, pero su gusto por estar en un salón de clases con niños que lo llenan de alegría puede hacerlo regresar. Sabe que su presencia como maestro de origen afroamericano puede ser un ejemplo a seguir para muchos estudiantes.
Por eso su auto sigue lleno de artículos para dar clases.
“Sé que, de alguna manera, sea como sea, se volverán a usar”, dijo.