Recuperarse de las adicciones, una razón para dar gracias en Casa de la Libertad
Años de inhalar, de inyectarse. De querer quitarse la vida. Incontables intentos por volverse a levantar. Así han sido las vidas de muchos hombres que durante años han buscado dejar atrás el infierno de las adicciones y que, gracias a un centro de rehabilitación en Las Vegas, ahora pueden ver una luz al final del túnel: Freedom House o, “Casa de la Libertad”.
El fantasma de las adicciones tiene mil y una máscaras. Se puede presentar en forma de apuestas, alcohol, medicamentos o drogas. Todas pueden llegar a convertirse en una pesada cadena para millones de personas.
Los esfuerzos para centros de recuperación de adicciones no solo en Las Vegas, sino en todo el país, se encuentran justo en medio una crisis de salud pública provocada por el abuso de opioides (analgésicos muy efectivos que producen sueño y que pueden provocar dependencia).
Salud mental: Mucha demanda y pocos recursos
El estilo de vida ideal en los seres humanos, dicen los expertos, se alcanza cuando las emociones, la mente y el buen estado físico alcanzan el mismo nivel. Pero en el mundo de las adicciones esa meta parece estar aún más lejos de alcanzarse.
La Administración de Abuso de Sustancias y Servicios de Salud Mental encontró que, en Nevada, el 9,6 por ciento de los jóvenes de 12 a 17 años de edad reportaron su uso de drogas ilícitas un mes antes de ser encuestados en el 2013 y 2014. La media nacional fue de 9.1 por ciento.
El informe reveló también que en el Estado de Plata el 6.8 por ciento de individuos de 12 años o más eran dependientes o habían abusado del alcohol un año antes de haber participado en la encuesta entre el 2013 y el 2014.
En ese periodo, el 2.7 por ciento de personas de 12 años o más en Nevada eran dependientes o habían abusado de drogas ilícitas un año antes de haber sido encuestados.
Un reporte de Mental Health America posiciona a Nevada entre los lugares más bajos de acceso a cuidado de salud mental tanto para jóvenes como para adultos. El estudio tomó en cuenta factores como dependencia o abuso de drogas ilícitas, personas sin seguro médico, adultos con una condición seria de pensamientos suicidas, o serios episodios depresivos.
La División de Informática de Salud Pública y la División Epidemiológica de la Salud Pública y Conductual del Estado de Nevada (Office of Public Health Informatics and Epidemiology Division of Public and Behavioral Health) señaló en un reporte que las intoxicaciones por heroína y medicamentos con receta se incrementaron en el estado en el periodo 2010- 2015.
Las adicciones no solo producen desgaste en el organismo, sino también en la mente. Los servicios para la salud mental, que juegan un papel crítico para quienes están en proceso de recuperación, es palpable, y los recursos, limitados.
Un artículo en The Pew Charitable Trusts informa que la prevalencia de adicción a las drogas y el alcohol en el país varía ampliamente entre un estado y otro. Lo mismo ocurre con los proveedores en salud del comportamiento que pueden tratar esas adicciones.
Según el reporte, publicado en el 2015, de todos los estados, Nevada muestra la proporción más baja de proveedores para abuso de sustancias, con 11 profesionales en ese campo por cada 1,000 nevadenses.
Saliendo del laberinto
Muchos de ellos nunca tuvieron carencias. Otros siempre tuvieron familias preocupadas por su bienestar. Algunos de ellos tenían trabajo, o estudiaban. Hay quienes cayeron en el infierno de las adicciones por soledad o depresión. Todos prometieron miles de veces que sería la última vez.
Jeff Iverson conoce muy bien esa historia porque la experimentó en carne propia. Aunque ahora dedica gran parte de su tiempo a sacar adelante el centro de recuperación de adicciones para hombres Freedom House, no fue fácil llegar hasta ese punto de su vida.
Originario de Las Vegas, Iverson, Fundador y Director Ejecutivo de Freedom House Sober Living, Inc. comentó en una entrevista con The Nevada Independent que cayó en la red de las adicciones cuando tenía unos 20 años. Le encantaba la vida nocturna y el acceso a todo lo que Las Vegas tenía que ofrecer.
De la juerga pasó a convertirse en adicto a la metanfetamina, y a inyectarse drogas. Para él, eran la solución a sus problemas.
¿Cómo se llega hasta ese punto? ¿Cuándo se rebasa el límite de una noche de fiesta como cualquier otra? Para Iverson, hay algo en la mente de los adictos que no saben cómo apagar.
En su caso fue una progresión lenta. Empezó a caer en situaciones que fueron empeorando pero que se llegaron a convertir en algo aceptable, como les pasa a muchos adictos.
“Mientras que para algunos perder un día de trabajo porque bebieron mucho la noche anterior sería suficiente para decir ‘me estoy pasando’, para un drogadicto o un alcohólico ese tipo de cosas se convierten en ‘mi trabajo se está convirtiendo en un obstáculo para irme de fiesta”, dijo Iverson.
En el 2001 empezó su primer intento de recuperación, cuando sus padres lo mandaron a un centro de tratamiento en California. No se consideraba como adicto a las drogas. Bajo esa mentalidad, regresó a Las Vegas tan solo para empezar a usarlas otra vez.
Duró casi cinco años atrapado en el laberinto de las adicciones. Eventualmente enfrentó serios cargos criminales por posesión y fabricación de drogas, pero nunca olvidó lo que aprendió en su tratamiento.
En la cárcel tocó fondo y tuvo tiempo suficiente para pensar en el futuro. Cuando salió libre, sintió que finalmente estaba listo para emprender el camino hacia su recuperación.
Poco después encontró un trabajo en una compañía de limusinas, algo que le costó trabajo creer considerando su récord criminal. Por su visión y esfuerzos, a los seis meses fue ascendido a gerente general.
Ayudando a otros
Yverson llevaba tres años de permanecer libre de drogas cuando empezó Freedom House. Estaba listo para crear una comunidad de personas que, al igual que él, estuvieran en busca de reacomodar sus vidas.
Freedom House nació primero bajo un programa de enfoque comercial para ayudar a quienes buscaban recuperar la sobriedad. Iverson comenzó rentando departamentos a unos 40 clientes en la parte Oeste de Las Vegas, pero con el tiempo se dio cuenta de la cantidad de recursos que necesitaban, por lo que decidió a enfocarse en un proyecto sin fines de lucro.
Los hombres son referidos por trabajadores de casos familiares y las cortes especiales. En casos muy aislados, se ayuda a personas directamente de las calles, pero es algo inusual para un centro de transición y además, caro.
El programa de recuperación es muy intenso. Para poder ingresar, hay que pasar un examen para asegurarse que se está libre de drogas y alcohol; asistir a juntas y terapias, y, sobre todo, una gran voluntad para querer cambiar.
Iverson indicó que Freedom House no es un refugio para personas sin hogar ni un lugar donde se puedan esconder las personas que tienen cuentas pendientes con la ley.
“Tenemos nuestras políticas internas de evaluación y prácticas para ayudarnos a identificar a las personas que están mejor calificadas para venir a nuestro programa, quienes seriamente quieren cambiar sus vidas”, dijo Iverson.
Desde su apertura en el 2010, se ha ayudado a poco más de 2,000 hombres a iniciar una vida libre de adicciones a las metanfetaminas, medicamentos, el juego, cocaína, o alcohol.
Aunque el programa dura entre 90 y 120 días, los pacientes se pueden quedar más tiempo dependiendo de su caso, aunque está diseñado para que en ese lapso puedan estar listos para conseguir empleo y un lugar donde vivir.
¿Cómo logra este centro no lucrativo alcanzar su presupuesto de casi $2.5 millones de dólares anuales?
Iverson señaló que actualmente tienen múltiples fuentes de ingresos para mantener el programa a flote. Conforme Freedom House fue creciendo, empezó a tener la atención de Nevada Department of Corrections, las cortes del Condado Clark, cortes municipales y cortes de justicia.
Además de eventos de recaudación de fondos y su programa de becas, Iverson indicó que también hay personas que están encontrando fondos para que alguien pague por ellos.
“Por ejemplo, si la corte de distrito identifica que alguien necesita atención como paciente interno puede venir aquí”, dijo Iverson. “De hecho el Estado paga a través de dólares de la Agencia para la Prevención y el Tratamiento de Abuso de Sustancias, pero esa persona no paga para estar aquí”.
Freedom House también ayuda a que los pacientes se inscriban en programas de estampillas y Medicaid para que puedan empezar a ser autosuficientes en su nueva vida.
El centro también cuenta con un consejero con licencia para proveer terapia a los pacientes, incluyendo atención a la conducta y el manejo de las emociones.
“Tenemos licencia como casa de transición para la recuperación de quienes abusan del alcohol y las drogas”, dijo Iverson. “Soy un firme creyente de la parte de la modificación de la conducta porque no solo ayuda a que la gente deje de usar drogas, sino a entender las decisiones y acciones que deben tomar para valerse por sí mismos”.
Localizados en el 3852 Palos Verdes, en Las Vegas, los dos edificios adyacentes de Freedom House y Freedom Behavioral Health, tienen dos pisos, y 55 departamentos cada uno. Se sirven tres comidas al día, muchas de las cuales son posibles gracias al banco de asistencia de alimentos Three Square.
Para hombres como Brandon Logan y Andrew Keeler, Freedom House representa un lugar de nuevos comienzos.
El valor de la vida
A sus 34 años Andrew Keeler alguna vez pensó en suicidarse. Ya estaba cansado de usar drogas, en las que cayó desde que tenía 17. Empezó con cocaína. Luego usó heroína durante seis años, y de ahí, a inyectársela por cuatro años. Después pasó a la metanfetamina. Además, no tenía un hogar.
Keeler estaba vivo, pero se sentía perdido. Durante una entrevista con este medio, comentó que no se trataba de cómo conseguir ayuda para superar la adicción, sino de saber si sería capaz de vivir sobrio.
Cuando hace dos años llegó a Freedom House por referencia de su patrocinador, ya había completado un tratamiento de desintoxicación. Pudo obtener la ayuda gracias al fondo de becas del centro. Esta vez sí quiso poner todo de su parte para salir adelante.
Una de las primeras cosas que notó fue que el equipo de Freedom House se interesaba en el área personal de los pacientes. Había un consejero con quien podía hablar y le enseñaron una disciplina que nunca había tenido.
Keeler comentó que cuando una persona joven ha usado drogas por tanto tiempo, no sabe cómo ser un adulto, cómo se consigue un trabajo, ni cómo funcionar en la sociedad.
“Me acuerdo de mi cuarto día aquí, estaba todo tembloroso y no entendía por qué”, dijo Keeler. “Mi consejero me dio una galleta y me preguntó si mis comidas eran regulares. Le dije que solo comía cuando me daba hambre. Me tuvo que enseñar cómo comer. Suena tonto, pero así es”.
Los consejeros, a quienes buscaba constantemente para que contestaran sus preguntas, lo orientaron desde cómo vestirse para una entrevista de trabajo, hasta qué tipo de empleo sería mejor para él.
“Después de un mes aquí pude conseguir un trabajo”, dijo Keeler. “Empecé a pagar mi propia renta y mis cuentas. Para muchos adictos, estar sobrio no es nada más dejar de usar drogas, es cómo llegar a ser una buena persona”.
Le llevó nueve meses completar el programa que le ha permitido permanecer sobrio por los últimos dos años. Actualmente continúa con el llamado programa de 12 pasos, trabaja en una compañía de tiempos compartidos y también colabora en el sitio de Internet de Freedom House.
“Eso me salvó la vida en muchas maneras”, dijo Keeler. “Este lugar me presentó esa opción”.
Agradecido por una nueva oportunidad
“Fe, esperanza y amor”, “valor y fuerza”, se lee en dos letreros que cuelgan en la pared de uno de los salones donde se llevan a cabo las terapias de grupo a las que asiste Brandon Logan, uno de los pacientes de Freedom House. Llegó ahí para dejar atrás los 14 años que llevaba usando drogas.
Logan empezó a tomar alcohol y a usar drogas cuando tenía 15 años. Llegó al punto de traspasar la casa de sus propios padres. Fue a parar a la cárcel por 42 días. Al salir, no se le permitió regresar al hogar familiar.
El mismo día en que salió de prisión, un amigo de su iglesia contactó a los padres de Logan para decirles que conocía a alguien que podría ayudarlo. Se trataba de Iverson.
“El me ayudó a ingresar aquí. Me ayudó a levantarme de nuevo”, dijo Logan. “Me dio un techo para vivir”.
En una entrevista con The Nevada Independent, Logan, de 29 años, comentó que los cuatro meses que lleva en Freedom House han sido una buena experiencia, que si no hubiera sido por el centro probablemente seguiría usando drogas.
Ahora ya tiene un trabajo de medio tiempo en un centro de convenciones y está en entrenamiento para conseguir una posición de tiempo completo.
Para quienes sientan que ya no hay esperanza de recuperación, Logan comentó que pierdan el miedo de pedir ayuda y mantengan la fe en Dios.
“Estoy agradecido por estar sobrio”, dijo Logan. “Espero seguir haciendo lo correcto y las cosas saldrán bien”.
Iverson señaló que, al igual que Andrew y Brandon, se siente bendecido de estar sobrio y de crear soluciones para la comunidad, algo que celebrará el próximo 29 de noviembre, cuando Freedom House Sober Living lleve a cabo un evento por su 8º. Aniversario.
“Se podrá imaginar cómo me siento al ser uno de estos muchachos y ahora poderlos ayudar”, dijo Iverson. “Es asombroso transformar un defecto de carácter tan debilitante, una adicción, y transformarla. De eso se trata, de ayudar a otras personas”.