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Día de Muertos: Tradición que vive

Luz Gray
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Michelle Rindels
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Retratos de los que ya se fueron. Papel picado y pétalos amarillos para alegrar la visita de los que regresan. Velas para iluminar su recorrido. Olor a incienso y a copal. Del 1 al 5 de noviembre la comunidad se dio cita en diferentes puntos de Las Vegas para celebrar el Día de Muertos, una tradición muy viva y de profundo significado que está muy lejos del Halloween.

 Altar tradicional durante festival Vida en Muerte del Centro Cultural Winchester. Jueves 2 de noviembre del 2017. (Foto: Jeff Scheid/ The Nevada Independent)

Los altares y ofrendas en el Centro Cultural Winchester y Springs Preserve no solo reflejaron una costumbre ancestral, reconocida por la Organización de las Naciones Unidas para la Educación la Ciencia y la Cultura (UNESCO) en el 2008 la incluyó en su lista de Patrimonio Cultural Inmaterial de la Humanidad, sino que este año expresaron el sentir de sus creadores.


Varios altares honraron a las víctimas del tiroteo del 1 de octubre en Las Vegas, mientras que otros resaltaron tragedias que ya no ocupan los titulares en las noticias o que son parte del actual clima político; desde el Presidente Trump, la representación de “la muerte” de DACA, violencia doméstica, masacres de estudiantes y campesinos, hasta los fallecidos en recientes desastres naturales.

Origen y significado

Jorge Galindo, doctor en literatura y cultura, y profesor del Departamento de Lenguas y Culturas del Mundo en la Universidad de Nevada Las Vegas, comentó en el podcast en español de The Nevada Independent que hay muchas teorías acerca del origen del día de muertos, pero la mayoría de los historiadores y antropólogos coinciden en que es una tradición precolombina.

Con la llegada de los españoles se hizo un sincretismo o mezcla de dos culturas, donde una prevalece sobre la otra sin desaparecer del todo. “Ahora vemos la tradición del día de los muertos con muchas raíces indígenas, pero también católicas, españolas sobre todo”, dijo Galindo. “Lo que hicieron fue quitarle visualmente lo que fuera pagano y que se viera más como un rito cristiano”.

Esta celebración varía de acuerdo con las regiones y no es exclusiva de México, ya que también se conserva en algunos países latinoamericanos. Explicó que los altares tienen varios niveles que simbolizan cielo, tierra o inframundo.

Una de las ofrendas con más tradición es la otomí, que consta de siete niveles, ya que muchos grupos indígenas creían que el tránsito hacia la muerte era de siete niveles. Con el cristianismo, esa creencia se adaptó a los siete pecados capitales, pero en realidad eran los siete pasos hacia la muerte.


El profesor indicó que en la ofrenda tienen que estar involucrados los cinco sentidos y la representación de los cuatro elementos, fuego, tierra, aire y agua; símbolos de cualquier cultura antigua. También se incluyen todos los valores simbólicos religiosos, como la cruz o los santos, además de fotografías, comida, y artículos favoritos de los difuntos.

También deben estar presentes el olor y el color a través del copal, incienso o especias, la flor de Cempasúchil o “de veinte pétalos”, que es amarilla y representa la vida; el agua y la sal, que simbolizan purificación; y el pan de muerto, que las manos expertas de los panaderos hornean solo una vez al año.



Dependiendo de la región, este pan representa una especie de dualidad y es un alimento favorito para las almas que vienen de visita, o viceversa.

La Catrina y las calaveras

De sombrero emplumado, vestido largo y andar elegante, “La Catrina” o “Calavera Garbanzera” es un personaje que ha rebasado fronteras, pero su origen está muy lejos de lo comercial, pues tiene un significado satírico.


A La Catrina se le relaciona con el día de muertos, pero tiene su origen en finales del siglo XIX cuando el litógrafo y artista José Guadalupe Posada hizo el grabado de este personaje para simbolizar que más allá de las vestimentas costosas, la muerte nos hace a todos iguales.

México era una sociedad analfabeta, de acuerdo con Galindo, así que lo visual era una manera clara de entender lo que sucedía. En ese entonces muchos españoles habían llegado a Latinoamérica -en especial a México- para abrir negocios debido a la mala situación económica de su país.



“Se había puesto muy de moda la clase alta de los españoles y muchos mexicanos se vestían así”, dijo Galindo. “Entonces era decir ‘esta mujer mexicana se quiere creer española y se viste como española’ para marcar diferencia social. Era una sátira, una burla, a ese personaje de alta sociedad”.

Además de los altares y ofrendas, las celebraciones de día de muertos cuentan con la tradición oral y escrita: Los poemas o “calaveras”. Textos cargados de humor y sátira cuya esencia es la mención de la muerte.

Algunas versiones, de acuerdo con Galindo, indican que se trata de una versión oral precolombina, mientras que otras señalan que nacieron del ingenio popular debido a las diferencias entre españoles peninsulares y criollos. Como los peninsulares tenían más derechos, los criollos estaban resentidos y se burlaban de los epitafios de los españoles y sus títulos nobiliarios.

En 1800 un periódico de Guadalajara empezó a publicarlas, y ya durante la dictadura de Porfirio Díaz, los días de muertos eran una especie de libertad de prensa en la que se publicaban críticas y burlas hacia los políticos. Junto con los grabados de José Guadalupe Posada, empezaron a salir las calaveras ilustradas, que empezaron a difundirse hasta convertirse en una tradición que conservan muchos medios de comunicación en México.

Las celebraciones coinciden con el Halloween, cuyos elementos son el miedo y el terror, completamente ajenos a la tradición del día de muertos, que es festejar en vida a los seres queridos que ya fallecieron. “Es una manera cultural de acercarse a la muerte natural que nos va a llegar a todos”, dijo Galindo. “Es estar preparados y conscientes de que la muerte es parte de la vida. Es también el respeto, el rendir honor a los muertos y una manera de acercarse a nuestro pasado”.

En Las Vegas

Desde hace 17 años la comunidad de Las Vegas tiene la oportunidad de adentrarse al misticismo del día de muertos gracias a “Vida en Muerte”, un festival gratuito que se ha llevado a cabo de manera ininterrumpida en el Centro Cultural Winchester. El 1 y 2 de noviembre, como la marca la solemnidad de esta tradición ancestral, los jardines del centro albergan a un máximo de 20 altares.

El festival cultural Vida en Muerte tiene su origen en la iglesia Príncipe de Paz, en Las Vegas, de acuerdo con Irma Varela, supervisora de actividades culturales del Winchester. Durante una entrevista con  The Nevada Independent, señaló que ella tuvo la iniciativa de iniciar la celebración de día de muertos en la iglesia porque no existía un lugar donde la gente se pudiera reunir, ya que las familias ponían sus altares en la privacidad de sus casas, o incluso, en algunos cementerios locales.

El alma del festival son los casi 20 altares que los participantes preparan con semanas y hasta meses de anticipación y que incorporan elementos provenientes de México y California, pues no se pueden conseguir tan fácilmente. Uno de los requisitos para las personas que ponen su ofrenda es que le comuniquen a la gente qué significa y de dónde viene su tradición.

Vida en Muerte tiene el objetivo de conservar la tradición, mostrarla, y celebrarla bajo un marco regido por el respeto a las sensibilidades. Varela dijo que, en cuanto al Halloween, hay cosas que son muy características, como disfrazarse, los vampiros, monstruos violentos, y los temas de horror y de miedo, mientras que para las comunidades latinas el Día de Muertos es más una conexión familiar, no de espanto.

“Hay que recordar que esa es la diferencia”, señaló Varela. “Muertos con flores, brillantes, felices, porque, según nuestras creencias, el otro mundo es feliz. La misma comunidad quiso pintarse las caras y como estamos celebrando la vida, pues se expresan así. Cuando se pinten de muertos, que no sean tétricos, sino festivos, porque esa es la tradición”.

El mensaje social

Varela indicó que no todos los altares del festival siguieron los elementos tradicionales del Día de Muertos.

“Quiero enfatizar que este es un festival cultural, no es el Día de Muertos”, dijo Varela. “Honramos a nuestros muertos, respetamos a nuestra familia. Cuando empecé este festival, esa era la meta, unir a la gente. Estamos aquí para darles un espacio de expresión y creación, porque eso es el arte. A pesar de que son mensajes fuertes, sanan dolores”.

Estudiantes de Rancho High School dedicaron su altar a las víctimas de violencia doméstica para compartir con el mundo las tragedias que las llevaron a morir a manos de sus abusadores. “Todos saben lo que está pasando, pero nadie trata de hacer algo al respecto”, dijo Diana, una de las estudiantes. “Nevada es uno de los estados donde más mujeres fallecen por violencia doméstica”.

La matanza de estudiantes en 1968 en la Ciudad de México, la masacre de campesinos en Aguas Blancas, Guerrero, México, en 1995; de indígenas en Acteal, Chiapas, México, en 1997; los terremotos de septiembre de 1985 y 2017 en el país azteca, la desaparición de 43 estudiantes en Ayotzinapa, Guerrero, en el 2014, los 49 niños que murieron quemados en la Guardería ABC en México en el 2009; las víctimas del atentado del 11 de septiembre en Nueva York, y el tiroteo del 1 de octubre en Las Vegas, fueron los temas centrales del altar presentado por el grupo Yo Soy 132 Las Vegas.

“En las lápidas estamos tratando de representar desgracias, y las matanzas y crímenes de estado que han quedado impunes en México. No hay un solo culpable que haya ido a la cárcel”, dijo Jorge Martín, miembro del grupo.

En Springs Preserve, y teniendo como fondo la música de Jason Aldean, las velas daban luz a las fotos de las víctimas del tiroteo del 1 de octubre en Las Vegas, a quienes Mary García y Felipe Ramírez dedicaron un altar que elaboraron durante casi tres semanas y que tenía elementos en su mayoría hechos a mano. “Ellos ya no están con nosotros, pero siempre los recordaremos. Es una manera de celebrar sus vidas”, dijo Ramírez.



Las ofrendas de estos participantes fueron parte de unos 40 altares que en este 2017 se pudieron admirar en los sinuosos jardines de Springs Preserve, donde desde hace 10 años la comunidad de Las Vegas ha tenido la oportunidad de admirar y conocer las historias detrás de la tradición del Día de Muertos.

La luna estaba llena, hacía aire, y se podía escuchar a los grillos. Cada paso llevaba a descubrir un altar, una historia, a encontrarse con la tradición de los antepasados. Ofrendas llenas de recuerdos y significados que los vivos se encargan de preservar.

Como atrapados en el tiempo, la luz de la luna llena enmarcó los altares dedicados a los abuelos, mujeres, celebridades, amigos, niños y animales. Historias que esperaban ser contadas durante las tres noches del evento Día de Muertos de Springs Preserve.



 

 

 

 

 

 

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