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Se enfoca Colegio de Honores de UNLV en brindar educación a la altura de las escuelas más prestigiosas

Luz Gray
Luz Gray
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Un programa que comenzó en Las Vegas hace poco más de tres décadas continúa persiguiendo su objetivo: Asegurarse de que los estudiantes de más alto rendimiento de high school asistan a la universidad en Nevada, obtengan una educación de primer nivel, y no lleven su talento a otra parte.

Se llama UNLV Honors College, o Colegio de Honores, con inscripciones nuevas que se han triplicado en los recientes seis años.Si bien el colegio, ubicado en el corazón de UNLV, espera un esfuerzo extra por parte de los alumnos, también canaliza su potencial por medio de grupos más pequeños de estudiantes, programas de estudios con énfasis en un enriquecimiento intelectual, y la oportunidad graduarse con honores.

“Queremos ser un lugar para estudiantes de alto rendimiento, que puedan venir a UNLV, tener un hogar aquí, tener la experiencia de estar como en una pequeña universidad de artes liberales [clases de humanidades, idiomas, matemáticas y ciencias sociales y naturales] pero están en una gran universidad de investigación, y por eso obtienen la ventaja de ambas cosas”, dijo a The Nevada Independent en Español Andrew Hanson, quien desde julio de 2018 funge como decano interino del Colegio de Honores.

El Colegio de Honores tiene clases de 16 a 20 estudiantes y 10 maestros de tiempo completo quienes ofrecen un plan de estudios básico para estudiantes de primer ciclo. Los alumnos de la división superior toman clases como parte de la población general de UNLV.

El colegio ofrece dos programas que requieren solicitudes de admisión por separado: Universidad de Honores, y de Investigación y Honores Creativos.

Los estudiantes de Honores completan el plan de estudios básico del colegio, que reúne los requisitos de educación general de UNLV, mientras que los del otro programa realizan una investigación especial o  proyecto creativo que culmina con una tesis a nivel superior relacionada con su área de especialización.

Camino a la excelencia

Joanna Kepka (a la izq.) profesora del Colegio de Honores de UNLV, conversa con Ingrid Zárate Albarrán, estudiante de ese programa. Miércoles 23 de enero de 2019. (Foto: Jeff Scheid / Nevada Independent).

El crecimiento del Colegio de Honores se produce en el contexto de los esfuerzos para elevar el prestigio de las universidades de Nevada y evitar la "fuga de cerebros" del estado.

Después de un esfuerzo centrado, de un año de duración, UNLV obtuvo un estatus de escuela Nivel 1, o “muy alta actividad de investigaciones” a fines de 2018; la Universidad de Nevada, Reno también se agregó a la prestigiosa lista.

La designación coloca a las universidades entre las primeras 130 en el país y las reconoce tanto por un alto nivel de actividad de investigación, como por un alto número de títulos avanzados.

Pero durante 20 años Nevada ha estado tratando de retener a sus estudiantes de mayor rendimiento dentro de los límites estatales, a través de la Beca Millennium, que proporciona miles de dólares cada año para el plan de estudios a estudiantes de Nevada con un promedio GPA de 3.25 o superior, y que asisten a un colegio estatal o universidad.

El Colegio de Honores comparte el objetivo de continuar motivando a los estudiantes hacia un camino de excelencia que requiere altas calificaciones de sus solicitantes. Para ser admitidos, los aspirantes de primer año deben enviar un ensayo, cartas de recomendación, calificaciones excelentes en los exámenes ACT o SAT y un resumen de las actividades extracurriculares en las que hayan participado.

Esa institución educativa también recomienda que los solicitantes de primer año tengan un promedio GPA no ponderado de al menos 3.7 y un puntaje de ACT de 27. Eso es en contraste con UNLV en general, que recomienda que los postulantes tengan un GPA de 3.0 y un puntaje de ACT de 22.

“Al final de cuatro o cinco años, lo que tomen para graduarse, los estudiantes reciben un diploma con honores”, dijo la profesora del Colegio de Honores Joanna Kepka durante una entrevista para el programa de radio Cafecito con Luz y Michelle. “Los estudiantes tienen todo el apoyo y atención para cumplir lo que empezaron. Esa es la promesa de este colegio”.

La Historia

Andrew Hanson, decano interino del Colegio de Honores de UNLV, durante una entrevista en su oficina el miércoles 23 de enero de 2019. (Foto: Jeff Scheid / Nevada Independent).

El Colegio de Honores de la UNLV se inició en 1985 gracias a la visión del profesor de física Len Zane, quien creía que UNLV se beneficiaría al prestar especial atención a sus estudiantes de alto rendimiento.

Zane fungió como decano del Colegio de Honores durante unos 15 años. El programa dio un nuevo giro en 2012 cuando la actual presidenta interina de UNLV, Marta Meana, asumió el cargo de decana. Meana se enfocó en reclutar más estudiantes de la universidad y a quienes asisten a instituciones fuera de Las Vegas.

En 2012, solo 64 estudiantes se inscribieron en la clase entrante. Al año siguiente, ese número aumentó a 135, luego a 204, y luego a 270. En los tres años recientes, los inscritos han superado los 300, dijo Hanson.

Otra innovación fue reclutar profesores que enseñan exclusivamente en la universidad, en lugar de tener maestros que dividen su tiempo entre las asignaciones del Colegio de Honores y la enseñanza en otros departamentos.

Lo que antes era un pequeño programa ubicado en una biblioteca del campus, ahora se ha convertido en uno más completo dentro del edificio Beverly Rogers Literature and Law en UNLV.

Hanson dijo que el Colegio de Honores Honors ahora tiene poco más de 1,100 estudiantes.

Desde el principio, la visión del colegio ha sido construir un programa con el tipo de rigor que los estudiantes buscarían en universidades de prestigio, pero a una fracción del costo y sin salir de Las Vegas.

El esfuerzo está dando resultados. Varios estudiantes del Colegio de Honores se han distinguido por sus logros sobresalientes una vez que se han graduado del programa.

Un ejemplo es Charlotte Rosiak, quien obtuvo su licenciatura en administración hotelera a los 16 años y fue aceptada en la Escuela de Derecho Boyd de UNLV.

Hanson indicó también que el colegio trabaja de manera activa en identificar a estudiantes que puedan solicitar becas competitivas a nivel nacional, como la Barry Goldwater, que otorga hasta $7,500 dólares y para la que fueron nominados cuatro alumnos del programa a finales de enero. Un estudiante de UNLV estuvo entre los cerca de 200 seleccionados en todo el país.

Oportunidades y diversidad

Ingrid Zárate Albarrán (a la derecha) estudiante del Colegio de Honores de UNLV, señala una bolsa perteneciente a Joanna Kepka, profesora de ese programa. El bolso se hizo en la ciudad natal de Zárate, Toluca, Estado de México. Miércoles 23 de enero de 2019. (Foto: Jeff Scheid / Nevada Independent).

Además de motivar la excelencia académica, el Colegio de Honores también se ha propuesto que su cuerpo estudiantil sea tan diverso como la población de Las Vegas para que eso se traduzca en el sector laboral.

“Digamos que, si en la sala de juntas de una empresa todos los ejecutivos tienen el mismo origen, van a enfrentar problemas", dijo Hanson. “Pero si hay personas en esa sala que tienen puntos de vista diferentes, las posibilidades de que alguien encuentre una forma nueva y creativa de abordar el problema realmente aumentan. Es por eso que la diversidad importa".

La estudiante de contaduría en UNLV Ingrid Zárate es un reflejo de esos esfuerzos.

Originaria de México, Zárate llegó a Las Vegas junto con sus padres a los 13 años y se graduó de Del Sol Academy of the Arts con una calificación de 4.0 y mención honorífica como la mejor en su generación.

Zárate dijo en una entrevista reciente que su siguiente meta era entrar a UNLV y al Colegio de Honores, lo que no habría sido posible sin el apoyo que le ha otorgado el programa, pues su familia no cuenta con suficientes recursos económicos.

Zárate es beneficiaria del Fulfillment Fund Las Vegas, que ayuda a que estudiantes de bajos recursos no solo puedan continuar su camino hacia la universidad, sino que también se gradúen.

Actualmente Zárate trabaja para un despacho local de contadores y este verano comenzará sus prácticas profesionales en Ernst & Young, una firma multinacional de servicios profesionales.

“Este colegio dio todo por mí. Cuando les expliqué que yo quería ir a la universidad, que era mi sueño ser alguien en la vida, me ofrecieron una beca y me ayudaron a buscar los recursos económicos necesarios”, dijo. “[Los estudiantes y sus padres] no se pueden rendir. Sé que después de la prepa muchas veces decimos ‘ya no puedo más’, pero sí se puede”.

Siga este enlace para escuchar la entrevista en versión podcast.

Nota: Este artículo fue actualizado el 27 de febrero de 2019 para agregar el enlace y "Las Vegas" al nombre de la organización Fulfillment Fund. 

 

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