Esta nota fue traducida al español y editada para mayor claridad a partir de una versión en inglés que aparece en la página de The Nevada Independent.

Un nuevo análisis acerca de la visa de prometidos cuya duración es de corto plazo, muestra que las tasas de aprobación para las solicitudes se mantienen relativamente estables bajo la administración Trump, pero los tiempos de espera para completar el proceso de obtención casi se han duplicado.

El estudio, que se dio a conocer este jueves, fue elaborado por RapidVisa, un servicio de procesamiento de visas vía Internet con sede en Las Vegas.

El fundador de la empresa, Ben Ives, dijo que a pesar de que ha habido una gran discusión pública acerca de los cambios en el proceso migratorio por lazos familiares — que a menudo se conoce de manera peyorativa como inmigración en cadena — en la práctica los cambios reales han sido menos notorios.

Las visas K-1 o de prometido (a) se otorgan a quienes quieren ingresar a los Estados Unidos porque están planeando casarse con un ciudadano norteamericano. 

Dicho permiso tiene una vigencia de 90 días, durante los cuales la pareja debe casarse y solicitar otro tipo de estatus legal; de lo contrario el cónyuge extranjero tiene que abandonar el país.

Si el matrimonio se lleva a cabo, el cónyuge extranjero puede solicitar una visa más permanente, como la CR-1, válida por dos años y que establece que la pareja es “residente condicional”.

Los orígenes de la visa K-1 se remontan a soldados estadounidenses quienes necesitaban traer a un prometido (a) de origen extranjero a los Estados Unidos, y a un número creciente de norteamericanos trabajando, viviendo, viajando, o con relaciones sentimentales fuera del país. 

Durante la administración Trump, los trámites para la visa han aumentado ligeramente, pero el número de casos pendientes se ha incrementado de manera significativa. En 2015, había un promedio de 18,000 solicitudes de visa K-1 pendientes cada cuatrimestre, pero el número creció a 29,000 en 2018.

El número de admisiones de visas K-1 cada año, aproximadamente 35,000, equivale a llenar dos veces el estadio de los Golden Knights.

El análisis también determinó que el patrocinador ciudadano estadounidense promedio es un hombre anglo de unos 40 años, mientras que solicitantes promedio de la visa K-1 de origen extranjero son mujeres de unos 20 años.

Los ciudadanos filipinos son por mucho los beneficiarios más comunes de visas K-1. En 2017, hubo 7,000 quienes entraron a los Estados Unidos con ese tipo de una visa, mientras que Vietnam quedó en segundo lugar, con cerca de 2,000 beneficiarios ese año.

Nevada ocupa el quinto lugar en el número de receptores de visas K-1 por habitante. Ives dijo que aunque los datos no revelan los motivos con claridad, esto se podría deber a que Nevada tiene una gran población filipina y es un destino muy conocido internacionalmente.

Emigrar a la unión americana no es tan simple como casarse y nada más. Los funcionarios de inmigración quieren que solicitantes y patrocinadores demuestren que tienen ingresos suficientes para sostener económicamente a un cónyuge extranjero y evidencia de que la relación es legítima; incluyendo una prueba de que las partes han tenido encuentros en persona y registros de comunicaciones y visitas. 

El proceso también requiere una verificación de antecedentes y un examen médico.

“Si estás enamorado de alguien va haber mucha comunicación”, dijo Ives, quien hace una década tramitó una solicitud de petición para que su esposa se mudara de Filipinas. “Cuando presentas media docena de mensajes de correo electrónico y un par de fotos, automáticamente vas a parecer sospechoso”.

Ives dijo que trabajar en la industria de procesamiento de visados es, a final de cuentas, una experiencia gratificante.

“Para nosotros lo principal es la reunificación de la familia”, dijo Ives. “Si eliminamos toda la retórica y todas las cosas contra los inmigrantes, lo que vemos día a día son personas que están muy emocionadas y que están haciendo algo que les cambiará la vida”.