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Rostros del COVID: Hombre de Nevada se contagió en casa al recibir visitas y no usar cubrebocas

Megan Messerly
Megan Messerly
En EspañolNoticias Coronavirus
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Esta nota fue traducida al español y editada para mayor claridad a partir de una versión en inglés publicada en The Nevada Independent.

Ha pasado casi un año desde que funcionarios de salud en China reportaron por primera vez un conjunto inusual de casos de neumonía viral.

En febrero, la Organización Mundial de la Salud le dio un nombre a la enfermedad, que ya se estaba extendiendo rápidamente por todo el mundo: COVID-19.

Desde entonces, uno de cada 15 nevadenses ha dado positivo al virus, lo que equivale a casi 200,000 personas. De ellos, más de 2,700 han muerto, 150,000 se han recuperado y 40,000 todavía luchan contra el COVID-19.

Detrás de cada uno de esos números hay un nombre y una historia. Son de todas las razas, géneros y edades. No hay rincón de Nevada que el COVID no haya tocado.

Lea aquí las historias que hemos publicado anteriormente.

Harold Klein

Harold tiene claro cómo se contagió de COVID.

Harold, de 67 años, jubilado, y miembro del sindicato Teamsters, ha estado sin trabajo desde febrero, cuando la industria de las convenciones cerró debido a la pandemia. Ahora pasa sus días en casa ayudando a amigos y compañeros de trabajo a presentar solicitudes por desempleo y pensiones.

Y el único lugar donde no usa cubrebocas, dijo Harold, es su casa.

“Pudo haber sido cualquiera que estuvo en mi casa por más de 15 minutos y que estuviera asintomático”, dijo Harold. "Esa es una alta probabilidad de cómo me contagié".

Fue a mediados de octubre cuando Harold empezó a toser, tuvo una sensación de pesadez en los hombros y sintió fatiga. Sabía que si era un resfriado, gripe o COVID, iba a tener que permanecer en casa y aislarse. Así lo hizo.

Sus síntomas continuaron empeorando durante el transcurso de la semana siguiente. No quería ir al hospital, así que llamó a su hermano.

“Simplemente no podía alimentarme. No me podía cuidar solo. Esto está mal”, dijo Harold. “Llamé a mi hermano y me aconsejó: 'Ve a urgencias', y le contesté: 'No puedo ir a la sala de emergencias. ¿Cómo voy a llegar a una sala de emergencias?'”

Como dice Harold, encontró una manera. Se desmayó mientras hablaba por teléfono con su hermano, quien llamó al 911.

Harold no sabe con qué se golpeó la cabeza cuando se desmayó, pero la lesión fue lo suficientemente grave como para que lo transportaran en ambulancia al Hospital Sunrise para que lo suturaran. Cuando el médico de la sala de emergencias le preguntó si se caía con frecuencia, Harold le dijo que no, pero que había estado enfermo desde el día 17.

El médico ordenó una prueba de COVID. Resultó positivo. A Harold le dieron dos opciones: quedarse o irse a casa. Decidió quedarse. Una tomografía computarizada de su pecho reveló que tenía neumonía. Harold está agradecido por el personal que le dio tratamiento.

“Tiene que ser peligroso cuando tienen que entrar y básicamente arriesgar su vida cada vez que te cuidan”, dijo Harold. "Es como si estuvieran corriendo hacia un edificio en llamas cada vez que entran a tu habitación".

Seis días después, fue dado de alta y le recetaron más antibióticos y oxígeno.

Harold todavía se está recuperando de los efectos persistentes del COVID. Ahora tiene taquicardia. También de repente se queda sin energía, especialmente en las tardes.

Si bien Harold ha padecido leucemia linfocítica crónica durante varios años y aún no está recibiendo tratamiento, y también padece un poco alergias, se considera afortunado de no presentar otras consecuencias. Cree que si tuviera sobrepeso o diabetes, ya estaría muerto.

“Cuando me volví a sentir normal, tuve una nueva alegría de vivir”, dijo Harold. "No le temo a la muerte, pero tampoco le doy la bienvenida, y eso es lo más cerca que quiero llegar por un tiempo".

Si bien Harold dijo que siempre era cauteloso al estar en sitios públicos, reconoce que su decisión de no usar la mascarilla fue su perdición.

“Necesitamos la distancia social. Necesitamos lavarnos las manos. Lo entendí, excepto en mi propia casa, en mi propia cocina. Me equivoqué”, dijo Harold. “Ningún lugar es seguro. El COVID no se detiene en la puerta de tu casa".

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